Los
atardeceres en San Gregorio de Polanco, son maravillosos, plenos de luz y colores. Diferentes todos los días.
En verano, la gente se reúne en la
costa, esperando ese momento mágico del último destello sobre el agua. Y ese
instante, sorprende cada día, no importa cuántas veces lo veas. Ese encanto, es
lo que hace estallar en aplausos, a todos, en la playa. Es un momento místico,
mágico. Se produce un silencio de espera del instante preciso, y esa pequeña
dulce angustia, se suelta, cuando el sol baja tras la línea del horizonte, en un
derroche total de luz y colores.
También, en invierno, nos quedamos, a veces, aguantando el frío, esperando este momento. Siempre vale la pena. No importa un poco de frío, si logramos captar con nuestra cámara, esta imagen.
Es que, no es posible permanecer indiferente ante este despliegue de belleza sutil. Esas nubes, como plumas en el cielo, cuando sol ya bajó, me fascinan.