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miércoles, 23 de marzo de 2022

A ritmo constante

 


La vida transcurre con su ritmo constante y pausado. Nada hace que cambie su curso. Solo nosotros apuramos el paso y queremos ir de prisa. Pero los hechos se suceden en el momento preestablecido, y de forma inexorable nos sentimos frustrados. De poco sirve correr, si lo que ha de suceder mañana, no hay forma de adelantarlo. Eso es lo que nos angustia, nos desespera.

Parece que caminamos con los ojos vendados. Todos los acontecimientos están allí distribuidos en nuestro camino, para verlos en el momento exacto. Pero, mientras no lleguemos al lugar y el tiempo justo, no podemos verlos, ni saber nada. Esa incógnita, es a su vez, el incentivo que nos lleva a investigar y analizar todo. 

A lo largo de la vida, a fuerza de luchar contra el tiempo, aprendemos a esperar. Aprendemos que de nada sirve correr, si no vamos a poder adelantar nada. Todo está allí. Sólo tenemos que sintonizar la frecuencia correcta, en el lugar y el momento preciso. Nada más. Pero, esto lo comprendemos, a veces, tarde, y desgastamos las fuerzas tratando de apurar un evento.

De esta forma, cuando no sabemos cómo seguir, cómo resolver tal o cual problema, sólo es cuestión de esperar. Dejar que el tiempo transcurra con normalidad. Si la solución está en el camino, llegaremos a ella, justo a tiempo. En la vida todo sucede en el momento exacto.

Al final, comprendemos que todo ocurre como lo soñamos y porque lo soñamos. Creamos nuestra realidad, de acuerdo a todo aquello en lo que nos enfocamos. Entonces lo que debemos hacer, es soñar con aquello que queremos alcanzar y no distraernos, ni dispersarnos con otras cosas, o en preocupaciones y temores sin sentido.

Si estamos convencidos de lo que queremos, debemos enfocarnos solamente en eso y al final lo alcanzaremos, porque así lo soñamos y porque así lo hemos creado.



domingo, 20 de marzo de 2022

Ese plano sutil

 


Cuando la inmensidad es pequeña, cuando la pequeñez es interminable, cuando el silencio grita dentro de ti, cuando la voz enmudece, cuando tiembla tu mano… respira. Tan solo respira. Eres parte de esa inmensidad, eres interminable en tu pequeñez. Respira.

Respirando… para aquietar el pensamiento, comienzo a elevarme. Es una sensación muy buena la de volar. Me dejo llevar totalmente ingrávida. Me doy cuenta que estoy en mi vuelo buscándote. Creo que, si ambos coincidimos en algún momento, en la frecuencia correcta, deberíamos encontrarnos en ese plano sutil donde el cuerpo no cuenta

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¡Cuánto te extraño!

  Hola. Tengo tanto para contarte. Han pasado muchas cosas buenas , lindas, desde que te fuiste. Cada día y en cada momento intenso, te pien...

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