La piedra cae al agua; genera una
serie de círculos concéntricos que se extienden y extinguen lánguidamente, cada
vez más lejos. Queda en la retina ese movimiento circular de uno, otro, otro, y
otro... como interminables.
Así cae cada palabra despectiva en tu
alma y se va extinguiendo, pero cada una que se extingue se multiplica como los
círculos en el agua y se agiganta en tu mente y tu corazón a fuerza de repetir
una y otra vez en tus oídos con un eco machacón.
La piedra, no es más grande, ni más
pesada, sin embargo, el primer círculo se forma naturalmente y luego se
extiende, se agiganta más y más hasta alcanzar la máxima extensión. La piedra
más pequeña, genera igual una interminable cantidad de círculos que se agrandan
más y más.
¿Cuál es la solución? ¿Cómo evitar
esos círculos? Hay que lograr que la piedra no caiga en el agua. O no mirar los
círculos que se forman, para que no se queden en la retina multiplicándose
interminablemente en la mente y la imaginación. Simplemente oír el chasquido de
la piedra al caer al agua y no pensar más en él.
De esta manera, no tendrá más efecto que el pequeño ruido. No habrá movimiento visible, no habrá círculos en tu mente, no habrá más herida en tu corazón.
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