Cuando la inmensidad es pequeña, cuando la pequeñez es interminable, cuando el silencio grita dentro de ti, cuando la voz enmudece, cuando tiembla tu mano… respira. Tan solo respira. Eres parte de esa inmensidad, eres interminable en tu pequeñez. Respira.
Respirando… para
aquietar el pensamiento, comienzo a elevarme. Es una sensación muy buena la de
volar. Me dejo llevar totalmente ingrávida. Me doy cuenta que estoy en mi vuelo buscándote. Creo que, si ambos coincidimos
en algún momento, en la frecuencia correcta, deberíamos encontrarnos en ese
plano sutil donde el cuerpo no cuenta…