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domingo, 2 de octubre de 2022

Sed


 ¡Estuve tan cerca del manantial!

Acerqué mi frente, estiré mis manos, 

percibí la frescura y el sonido

del agua al correr, pero al final

mi sed no calmé, no bebí ni un sorbo.

¿Por qué?

Mirando el agua me quedé

disfrutando del paisaje

y la quietud del lugar.

Mis manos anhelantes

extendidas al vacío,

no llegaron al instante

preciso, en ese rocío

traslúcido, de gotitas flotantes,

que en terrible desafío

me dejan detrás del cristal...

Lentamente me alejé del lugar.

Febril, mi frente,

secas y vacías mis manos.

En silencio, como siempre,

sofocando el sufrimiento; 

sonriendo, sin embargo,

con alegría fingida.

La sed acuciante,

secos mis labios,

la mirada ardiente

en una búsqueda sin par,

y no bebí ni un sorbo,

la sed no pude calmar.

Ivalopano



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