Cuando piensas en mí. ¿Qué te gusta de ese recuerdo?
Cuando pienso en ti, me gusta recordar tus abrazos largos, muy apretados, y tu voz anhelante pidiendo que no te suelte, para prolongar aún más ese momento, que siempre es breve, en nuestras esporádicas coincidencias.
Tenemos una conexión especial, aunque no aporta y desestabiliza.
En busca del Equilibrio, vamos errantes, con los ojos cerrados y las manos extendidas. Entonces, surge algo que nos une, nos atrapa y nos embelesa. Luego nos aleja. Lo mismo que nos motiva, nos desanima; no permite el encuentro, aunque seamos Almas gemelas. Y seguiremos separados por los siglos de los siglos, buscándonos, cada uno desde una dimensión diferente.
Somos tiempo.
Un cuerpo físico, con alma atemporal.
Nuestra vida se valora en tiempo vivido. Medimos los años, los días, en horas marcadas, cronometradas. Pasamos la vida corriendo tras un horario implacable que nos empuja a más velocidad, para hacer todo lo que podamos, antes que transcurra esa vida que medimos.
Tenemos la edad que el tiempo dice, aunque el alma sigue teniendo 18 años, 20, o 5, o 15. Eternamente.