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viernes, 14 de octubre de 2022

Una historia sin final (VI)

 CAPITULO VI



Caminaban en silencio por la playa. Era la misma que los vio amarse en plena juventud. Hoy son casi ancianos. Volvían a hablar de aquél día después de 40 años. Ahí estaban, con sus figuras pesadas, algo encorvados, de la mano, como dos adolescentes.

—Siempre te voy a querer —dijo Andrés, de pronto.

—Yo también. —respondió Mónica.

Se quedaron en silencio, mirando a lo lejos. Habían esperado 40 años para decir que se querían. Otra vez resignaban su amor. Ambos tenían vidas diferentes. Habían formado cada cual, su familia; habían criado sus hijos y eran abuelos. Ya no podían cambiar las cosas, o no estaban dispuestos a cambiarlas, para no dañar a los demás. 

—He vivido toda la vida con un vacío sin llenar —dijo de pronto él. —Sandra no lo entiende. No comprende por qué no me siento feliz. Lee mis novelas, revisa mis cuadros, para descubrir de quién estoy enamorado. Me lo ha dicho. Se pone celosa de las protagonistas de todas mis novelas, que por supuesto, no se parecen a ella. Me lo ha planteado y le he dicho que lo que escribo es una novela, no una crónica de la vida real. No valora lo que hago. A pesar de que mis libros se leen y se venden muy bien, al igual que las pinturas, y han tenido buenas críticas, ella busca similitud con la realidad y se queda desconfiada, busca en mis personajes, una respuesta. No tiene motivos para quejarse, no le he fallado en nada. Trabajo arduo, pero no lo ve, solo se queja, siempre está desconforme.

—Supongo que algo de culpa tendrás allí. Quizás te enfocas demasiado en el trabajo y no le prestas atención.

—Trabajo mucho, sí, pero la trato bien, hemos criado nuestros hijos, me he portado bien, la he respetado.

—Pero ella siente que no te tiene, que no le perteneces de forma total.

—No puede tener celos de una novela o de una pintura, es una actitud infantil.

Se produce un silencio largo que luego de un rato, rompe Andrés.

—¿Y tú, qué has hecho?

—Yo… también he vivido con un vacío sin llenar, que por lo visto quedará así. He criado a mis hijos, también he trabajado sin descanso. Mi matrimonio terminó hace más de 10 años, pero recién hace un año me divorcié. El desgaste de los años o la pérdida del amor, no sé, fue lo que al final, me animó a terminar con eso. En mi caso, Augusto, no participaba en nada de lo que yo hacía, ni para criticarlo. Indiferencia total. No me acompañaba ni a la presentación de alguna novela. En cada evento estuve sin él. Mis hijos, en cambio, no se perdían uno. Nunca leyó nada de lo que yo escribí, no tiene idea de lo que dicen mis libros. Eso es muy feo y duele. 

Caminaban en silencio, inmerso cada uno en sus pensamientos. En un momento Andrés se detuvo y mirándola a los ojos dijo:

          —Me he dado cuenta que todo lo que he hecho ha sido un error. Todo lo he hecho mal. Me he equivocado en todo, he elegido mal en la vida —dijo muy serio.

          —Yo, en cambio, creo que no hay errores. Nada de lo que hacemos, carece de sentido. Todas las opciones que tenemos y las elecciones que hacemos, es lo que teníamos que hacer y estuvo bien así. A veces creemos que nos hemos equivocado, pero con el correr del tiempo, comprendemos que fue lo mejor que pudimos hacer y que fue para bien —dijo Mónica.  —Andrés, no dijo nada y se quedó mirándola con una sonrisa triste en su rostro. 

Caminaron un rato más en silencio y se detuvieron frente al mar. Los dos miraban al horizonte tomados de la mano, descalzos. De pronto, Andrés giró y se puso delante de ella, tiró de su mano y la atrajo en un solo movimiento. La envolvió en un abrazo muy apretado y la besó en los labios. Aquel beso que trataba de revivir los momentos de la juventud, se estaba produciendo ahí, en la misma playa. Sus labios se unieron con una sincronicidad absoluta. Mónica sintió que el tiempo no había pasado entre ellos, solo había hecho una larga pausa.

Las olas mojaban sus pies al llegar a la orilla y la arena se diluía debajo de ellos, obligándolos a corregir la postura en un acto reflejo, cada vez que sus pies se hundían en la arena.


(FIN)

Ivalopano

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