Siempre me quedo mirando esas raíces. Cada vez que la creciente del río pasa y todo vuelve a la calma, quedan muchos árboles con sus raíces al descubierto, y muchos otros, caídos. Esto me angustia y me duele como si fueran amigos derrotados, derribados.
En un día de rutina, el paseo es hermoso. Todo en calma. Esto es lo que vemos por fuera, desde arriba, desde la superficie.
Pero, un poco más abajo está la realidad, cruda y dura.
Hoy, es una mañana de niebla. Hermoso el paisaje, porque el lugar es casi irreal.
Acá me detengo. Puedo estar mucho tiempo mirando y admirando estas raíces enmarañadas, entrelazadas. Cuando el suelo se va, barrido por la creciente, queda al descubierto un mundo vivo que existe debajo de la superficie, bajo nuestros pies. Yo diría que es una "acción inteligente" de los árboles. Ellos se unen en una verdadera trama de brazos entrelazados y se sostienen unos a otros. Lo que le pasa a uno, les pasa a todos. Ellos se refuerzan y sostienen. Es asombroso comprobarlo.
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