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lunes, 20 de septiembre de 2021

Mi lugar


 


 Cuando camino entre los pinos por el sendero arbolado, a orillas del río, siento una gran emoción, como si por fin llegara a mi lugar, ese sitio que está en todos lados, en las copas, que susurran con la brisa, en los troncos ásperos y recios, en las ramas enormes, fuertes, en las raíces que quedan al descubierto cuando el río les quita el suelo; en esas raíces que se afianzan cada vez con más fuerza para sostener esos enormes árboles en pie.

Comprendo qué difícil tarea tienen cuando año a año, con cada creciente, el río las empuja y arremete contra ellas, quitándoles palmo a palmo, con cada embate, un poco de suelo. Ardua tarea debe ser tratar de sostener ese gigante que se estremece y sacude con cada nuevo temporal.

Y me siento parte de ellos, me apena su suerte. Siento la necesidad de abrazarlos…

 


Después del temporal, el río entra en calma y en la playa aparecen los "trofeos" que el viento y la fuerza del agua, han dejado olvidados en la arena.


sábado, 18 de septiembre de 2021

Raíces desnudas



Hace un tiempo, caminado temprano por el parque, a orillas del río, me he conmovido viendo los árboles con sus raíces desnudas. Cada año la creciente les quita parte del suelo y ellos envían aún más profundo sus raíces. Y otra vez, la creciente les quita el piso. Entonces, ellas van quedando expuestas, enormes, buscando porfiadamente el suelo para afirmarse. De esta forma, encontramos árboles cuyo tronco empieza a tres metros de altura, desde la base de sus raíces, que quedan como cientos de piernas que se estiran y elevan el árbol enorme, corpulento y pesadísimo. Me emociona pensar que ese coloso está sostenido por ese puñado abigarrado de aparentes finos lazos entrecruzados, enmarañados, para darse fuerza.     






Este, es mi amigo. Llego hasta él y no puedo seguir. Tengo que detenerme. Admirarlo una vez más. Hablo con él. Pongo mi mano sobre la piel áspera de esas raíces extraordinarias. El tronco empieza a más de dos metros, por encima de este "pedestal" de raíces enormes y fuertes que lo sostienen. Me parece tan admirable. 









Este coloso ha caído. Pero, una raíz se volvió a meter en la arena y de cada nudo brotó un retoño. Así tenemos ocho o nueve árboles nuevos, que se nutren a través del mismo tronco caído.


jueves, 16 de septiembre de 2021

El verdadero sentido de solidaridad

 


Siempre me quedo mirando esas raíces. Cada vez que la creciente del río pasa y todo vuelve a la calma, quedan muchos árboles con sus raíces al descubierto, y muchos otros, caídos. Esto me angustia y me duele como si fueran amigos derrotados, derribados.


En un día de rutina, el paseo es hermoso. Todo en calma. Esto es lo que vemos por fuera, desde arriba, desde la superficie.

Pero, un poco más abajo está la realidad, cruda y dura.



Hoy, es una mañana de niebla. Hermoso el paisaje, porque el lugar es casi irreal.


Acá me detengo. Puedo estar mucho tiempo mirando y admirando estas raíces enmarañadas, entrelazadas. Cuando el suelo se va, barrido por la creciente, queda al descubierto un mundo vivo que existe debajo de la superficie, bajo nuestros pies. Yo diría que es una "acción inteligente" de los árboles. Ellos se unen en una verdadera trama de brazos entrelazados y se sostienen unos a otros. Lo que le pasa a uno, les pasa a todos. Ellos se refuerzan y sostienen. Es asombroso comprobarlo.



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