postergando
sueños
y cambiando planes.
Y al llegar al umbral,
cuando
alcanzamos
la
meta al final,
perdimos la ilusión;
llegar
no tiene sabor,
es incoloro e insulso.
Subimos
la cuesta, pero al final
perdimos el impulso,
aunque hemos cantado
a la vida
y hemos consumido
gota a gota, el néctar,
tras una esperanza
de nubes, construida.
La carrera no es huida,
es la prisa por llegar,
pero
seguimos dormidos
sin querer despertar.
Ivalopano
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